Unai Rodríguez
Soy licenciado en Filología Clásica e Indoeuropeo por la USAL y actualmente imparto clases de latín y de griego. Como lingüista no valgo mucho: estudié la carrera porque quería conocer mejor la herramienta principal para mi vocación. Para el mismo propósito, también tengo algún que otro cursillo de guión (y muchos títulos pdf. que acreditan mis palabras).
Bastante friki desde mis inicios (aunque hoy ese término está devaluadísimo), he tenido muchas aficiones en mi vida: el billar, la esgrima o el funambulismo, por ejemplo. Vale, la última es mentira, pero siempre queda mejor enumerar en grupos de al menos tres elementos y, aunque ahora se me ha ocurrido que podía haber mencionado el anime, ya no quiero borrar la broma.
Otras han sido menos anecdóticas y más constantes: la interpretación (sobre todo en teatro), el canto, los videojuegos (pokémon en particular), la lectura y la escritura, por supuesto, tocarme las ******* a dos manos, cómo no (decir “procrastinar” se hubiese quedado corto)…
De peque siempre cargué con el San Benito de empollón. En parte, autoimpuesto, pues fue mi forma de crearme una identidad. Después, la vida me jugó alguna que otra mala pasada académica, mi autoconcepto se fue a la porra y llevo lidiando con eso desde entonces. Soy un niño inseguro jugando (bastante bien, lo reconozco) a ser un adulto extrovertido. Lo cierto es que he llegado a la conclusión ser adulto significa saber fingir de cara a la galería que sabes lo que estás haciendo, aunque casi nunca tengas idea de ello.
Puede que alguna vez me vierais como @serrodrikcassel (cuenta inexistente hoy día) en Twitter, o que me escucharais en su día en el “Podcast de Hielo y Fuego”. He hecho cosas mucho más interesantes, pero estas dos son las más conocidas en las redes, creo.
Escribir sobre mí se me da bastante mal. En serio, soy más interesante que esto que he puesto aquí. Pero eso solo se descubre con un par de cervezas de por medio, y aquí venimos a hablar de mi libro, así que volvamos a ello.