LUGARES Y PERSONAJES

Al planear la página web, decidí que estaría bien añadir una sección de lugares y personajes destacados. Es algo que servirá tanto a los que no han leído la novela, permitiéndoles abrir boca, como a los que en algún momento se la lean, para conocer algún datillo más sobre este mundo. Por ahora, comenzaremos con entradas libres de spoilers, si bien es cierto que, en la actualidad, salvo a los testers, a los demás todo os pilla de nuevas, así que si queréis que la cosa siga así, siempre podéis no arriesgaros. Si creéis que un poco de información inocua, por el contrario, os ayudará a mantener viva la llama del hype, no seré yo quien os lo impida.

TENERIFE, EL PRINCIPIO DE TODO

Roque Cinchado, uno de las formaciones de los Roques de García, con el Teide al fondo. Parque nacional del Teide, Tenerife.

“Primero llegó la puesta de sol, encendiendo las cañadas del Teide con ardientes y vivos colores rojizos y anaranjados que transformaron su árido cromatismo. (…) Después, la noche extendió en la bóveda celeste su manto estrellado, tan prístino y rutilante que el sólo mirarlo provocaba una sensación de vértigo. (…) La mezquina luz nocturna, que ilumina el mundo de forma exigua, arrebatándole el color a las cosas, bañó la desolada meseta; convirtiéndola en un entorno místico e infinito. (…) Comparable toda ella al inmenso torso de un titán de hierro durmiente, o a la superficie oculta de una luna, la cara nocturna de la caldera le resultó, en retrospectiva y sin duda, el escenario perfecto para las batallas entre inmortales que acontecieron en ella en tiempos pretéritos y cuyo recuerdo guardaban celosamente aquellas rocas sumidas en el eterno silencio”.

Pues sí, Tenerife es uno de los lugares donde transcurrirá nuestra historia, concretamente el arco pasado (a menudo recordaré que a lo largo de la saga se intercalan dos tramas conectadas entre sí a las que separan ocho años de distancia. Para hacerlo más simple, hablaremos del arco pasado y del arco presente). Algunos de sus lugares más conocidos de la isla tendrán especial relevancia y supondrán el escenario del gran colofón de uno de los episodios. “¿Cómo? ¿Pero esto no iba de fantasía?” Bueno, parad el carro un momento. Sí, iba de fantasía. Pero nadie dijo que la Tierra no podía ser uno de los mundos de la Red de la que ya hemos hablado varias veces. De hecho, el propio David, nuestro joven perdido entre universos, es originario de la Tierra. ¿Será el único personaje que comparte orígenes con nosotros? Bueno, esa es harina de otro costal.

¿Qué podremos ver de esta isla? En gran medida, lugares turísticos y que podríais visitar si vais (o si tenéis la suerte de vivir) allí: desde parques botánicos con vegetación de lo más variopinta, playas de negra arena volcánica, pequeños puertecitos en medio de Puerto de la Cruz (ciudad situada al norte de la isla), pinares endémicos en los que perderse y, cómo no, enormes calderas con una geografía surrealista y marciana, a la sombra de un imponente volcán (ya llegaremos a eso enseguida). También habrá lugares más corrientes, como tabernas y casinos, y otros ficticios, como alguna que otra cueva… ¿Sorpresas? Todas y más.

Tras este pequeño resumen, tengo que volver a ponerme un poco autobiográfico y confesaros por qué escogí Tenerife como uno de los lugares en los que juguetear con mis personajes, habiendo tantos escenarios en mi novela de cosecha propia. No solo es que me encante la isla y la recuerde con muchísimo cariño.  Es que, tal y como reza el título de la entrada, Tenerife lo empezó todo. 

Recuerdo aquel viaje de fin de curso, cuando yo estaba en cuarto de la ESO. Vaya mierda. No, en serio, yo no pintaba nada allí. Llevaba solo ese curso en aquel instituto y no se había apuntado nadie de mi pequeño círculo de nuevos amigos. Yo era un inepto social y, en esa excursión, fui foco de las burlas de hasta quienes jugaron a aceptarme temporalmente en su grupo durante el viaje para cachondearse de mí. Cómo son las cosas. A pesar de todo, a pesar de lo poco que disfruté de la juerga que casi todos mis compañeros buscaban allí (el Unai de primero de carrera habría explotado mucho más aquellos días), hice uso de mi cualidad innata para encerrarme en mi mundo y descubrir a mi bola todo lo que pude de la isla. No fue mucho. Creo que estuvimos apenas cuatro días, en Semana Santa, con la isla medio vacía. Ni vimos el resto del archipiélago ni nada más allá de la zona norte de Tenerife. De hecho, sólo estuvimos en Puerto de la Cruz. Un desperdicio en toda regla. No porque la zona norte de Tenerife o la ciudad mencionada no fueran bonitas, ojo. Al contrario, ya os he dicho que yo volví enamorado de la isla. Pero me quedaron tantas cosas por ver…

Panorama nocturno del Roque Cinchado con el Teide de fondo (Fuente: viator)

Lo cierto es que salimos de Puerto de la Cruz en una única ocasión. A ver, si vas a Tenerife, hay un punto de visita obligado: las calderas del Teide. 

El extracto con el que se inicia la entrada trata de ser un homenaje a este parque volcánico, del que no os puedo decir nada que no diga mi novela o la página de turismo de la isla (así que ya sabéis). No sabría explicar qué me pasó la única vez que estuve allí: aquello fue un flechazo y jamás me he vuelto a enamorar de un lugar de esa forma (me he enamorado de otros lugares, pero de forma distinta).

 Muchos cantantes dicen que lo normal para ellos a la hora de componer es empezar con la letra, pero existen excepciones. Mikel Erentxun confesó en alguna parte (no me pidáis fuentes, de esto igual hace veinte años) que en alguna ocasión había llegado a tener en una tarde las suficientes melodías para llenar un disco, y que la letra había sido trabajo posterior. No recuerdo si había sido una cosa puntual o sistemática, pero tampoco importa. La cuestión es que, del mismo modo, una novela suele (y según muchos debe) empezar por una idea matriz, pasar por una elaboración de los personajes, continuar con una escaleta… Pues bien, mi detonante fue un lugar. Este lugar. En las calderas del Teide, entre los roques García (googlead un poco si queréis), paseando la vista por la planicie sur, me imaginé dos escenas. Una a pleno sol: una reunión clandestina de dos viejos conocidos que filosofaban melancólicos mientras contemplaban aquella misma escena mágica que yo estaba admirando. La segunda, una batalla de proporciones épicas en bajo la luz de la Luna.

No sé cómo sucedió todo después. Saqué fotos, me empapé de cada sitio al que fui y me dispuse a escribir un relato con escenas ubicadas en cada lugar que me había resultado especial. Por hacer guiños, hice un guiño hasta a la piscina de la azotea del hotel en el que me alojé. Y lo cierto es que ese proceso me tuvo tan entusiasmado que acabé en un par de meses. La adolescencia tiene esa magia. Quizás menos limitados por la técnica y el estilo, nos dejamos arrastrar mejor por ideas que nos apasionan. La escritura debería ser así siempre. Desgraciadamente, para muchos escritores (no para todos), la escritura se parece más a un parto: menos doloroso, mucho más largo e igualmente agonizante. Cuando nos sale escribir por las orejas, no falta técnica; cuando sabemos escribir, nos cuesta Dios y ayuda dejarnos llevar.

Con “El lazo del péndulo”, sin embargo, me pude permitir hacer trampa: rescaté un relato juvenil y me aproveché de ese entusiasmo, tomándoselo prestado a mi yo adolescente y combinándolo con la experiencia que me habían dado unos cuantos añitos más escribiendo. El proceso, os lo juro, fue una delicia. Y a veces se me escapa alguna lagrimilla cuando recuerdo que uno de mis testers más importantes, antiguo miembro del foro, me vino a decir algo como que a pesar de que había empezado a leer la novela con cierto escepticísmo, al acabarla había acabado confiando en que revivir y hacer llegar el mundo de Atomic y su espíritu a la gente a través de una novela era posible. Ese fue el momento en el que supe que había logrado algo.

Atomic fue la base; Tenerife, el escenario. Lo irónico es que, desde aquel viaje, hace más de quince años, no he vuelto a pisar la isla. En parte, por circunstancias de la vida. En parte, porque siempre me prometí hacerlo una vez la novela ya estuviera publicada, a modo de premio para mí mismo. Por suerte, dentro de poco estaré viendo de nuevo mis queridas cañadas.

Pero volvamos a hablar, antes de acabar, del Tenerife de la novela. ¿Qué podemos esperar de él? Bueno, Tenerife aparecía en el relato original que escribí de adolescente, en el arco pasado. Nuestra saga va a tener cinco episodios, tres en el arco pasado y dos en el presente, y el relato original es la base del episodio I. Dicho de otro modo, el episodio I es la adaptación de ese relato. Como ya os dije, los episodios no aparecen de forma ordenada. Sin embargo, si esto es así ¿estará este episodio en esta primera novela? La respuesta es “sí”. ¿Qué ocurrirá en él? Pues cosas de importancia capital. ¡Y momentos emblemáticos, os lo aseguro! Tenerife no es el núcleo de la saga, pero sí el corazón de ese episodio crucial. En el plazo de un día completo, desde el amanecer hasta la madrugada, varios de los personajes más importantes harán una visita a la isla buscando cosas bien distintas: algunos buscarán a alguien; otros, las respuestas a las preguntas que más temen. ¿El resultado? Una noche sobre la que los pocos rumores que sobrevivirán, los únicos lo bastante escurridizos para hacerlo, darán lugar a una auténtica leyenda.

LA GRAN BIBLIOTECA

Gran orbe «flotante» (aquí en una versión libre) de la sección de Historia y Geografía de la Gran Biblioteca, interpretación de Mikel Díaz.

“… En su interior, las estanterías de libros se elevan hasta un techo difuminado por la distancia que ni acertarías a ver en algunas secciones. Algunas de ellas contienen simplemente libros, pergaminos y demás soportes de escritura; pero otras ocultan tras ellas zonas vedadas, secretos que pocos conocen, e incluso puertas que conducen a otros… -dejó la frase en suspenso un par de segundos, para seleccionar la palabra apropiada-; lugares”.

Como decíamos en otro apartado, la Gran Biblioteca es al mismo tiempo uno de los mayores templos de conocimiento en la Red y uno de sus mayores misterios. Nadie sabe, entre otras cosas, desde cuándo existe: sus muros permanecen en pie desde antes de la propia fundación de la ciudad de Arquión, que creció precisamente a su alrededor (De hecho, la Gran Biblioteca se ha mantenido durante mucho tiempo como “territorio independiente”, sin tener que rendir cuentas al rey de la ciudad de las catedrales). Todas las crónicas hablan ya de ella como si hubiese estado allí desde siempre; algunos así lo consideran, de un modo literal. Hay relatos sobre cómo sus pasillos e incluso su apariencia cambian con el paso del tiempo por sí solos. De dónde proceden todos los códices y pergaminos que alberga, nadie (o tal vez casi nadie) sabe dar la respuesta. Simplemente aparecen, o bien siempre han estado ahí (esta última posibilidad es extraña y, en cierto modo, inquietante, pues en su interior se pueden encontrar hasta las obras más recientes de cualquier mundo).

Lo que sí se sabe a ciencia cierta de la Gran Biblioteca es que su magnitud no tiene igual. Su fachada imponente y en especial su pórtico descomunal no pasan desadvertidos a quien visita Arquión, destacando incluso entre la cantidad palacios excelsos que abarrotan la ciudad. Sin embargo, gracias a su magia arcana, es sabido que es inmensamente más grande por dentro que por fuera, lo que en parte explica las leyendas sobre secciones secretas, como aquellas que se les aparecen solo a quienes saben a ciencia cierta de su existencia. También se habla de personajes extraños que transitan entre sus estanterías, que vagan de un mundo a otro a través de los portales interdimensionales que la Gran Biblioteca esconde. Otros testimonios aseguran que ciertas secciones tienen tal altura que el final de sus estanterías no llega a verse por culpa de las nubes que se forman en su interior. Un rumor recurrente cuenta que, en algún lugar del ala este, existe una profunda sima llena de estanterías vacías, por la que habría que estar cayendo ininterrumpidamente durante nueve días con sus nueve noches para alcanzar el fondo. Allí se dice que llegan quienes están destinados a terminar sus días en la Gran Biblioteca. 

Escritorio recóndito de la Gran Biblioteca, por Mikel Díaz

En cuanto a todas estas historias de tinte siniestro, hay que reconocer que los frecuentes casos de personas que acuden a consultar algún libro y se pierden durante días en el laberinto de estanterías no han ayudado a mitigarlas. Por lo general, sin embargo, en la Gran Biblioteca impera un ambiente mucho más amable y acogedor. Cabe destacar que está abierta a todo el mundo, si bien esta afirmación, como cualquiera, no está exenta de ciertas excepciones. A fin de cuentas, hablamos de un lugar que guarda sabiduría y poder casi ilimitados. Existen unos sellos mágicos capaces de ver los deseos más oscuros de quienes intentan atravesar sus puertas y de impedir la entrada a los sujetos considerados una amenaza. Además, existen también quienes se dedican a conservarla y custodiarla. Podríamos hablar ya de los guardianes, entre los cuales destaca su líder, Flopy. Sin embargo, prefiero reservarle a la novela el privilegio de desvelar la pintoresca naturaleza de estos seres. En lo más alto de la escala de mando, por otro lado, se encuentra la figura del sumo bibliotecario. De él hablaremos en una entrada específica. 

Nada más cruzar las grandes puertas de roble de la Gran Biblioteca, se accede a la sala de lectura común, flanqueada por estanterías entre las que nacen los primeros pasillos que se internan en un entramado laberíntico. Aquí los visitantes pueden consultar los volúmenes más comunes. Al fondo, justo antes del muro norte del edificio, coronado por un rosetón muy especial del que se hablará más en la novela, se encuentra el viejo y voluminoso escritorio del sumo bibliotecario.

Normalmente, es preciso un permiso especial o trabajar dentro de la Gran Biblioteca si se pretende acceder a otras zonas. Esto es así, de hecho, para controlar las desapariciones. En esencia, la Gran Biblioteca se divide en sus dos alas. El ala oeste está organizada por secciones: Mitología, Lenguas, Historia y Geografía (sección conocida por su gran orbe flotante), Ciencias Básicas, Magia… Aunque lleva horas recorrerla en línea recta hasta su final (tal vez días si no se conocen ciertos atajos), es, por así decirlo, la parte más conocida y menos indómita del edificio. Incluso algunos de sus visitantes, los más habituales o los afortunados que han sido invitados a ciertas celebraciones, han podido disfrutar de alguna tarde en los jardines del gran balcón situado en su extremo. Sobre este característico lugar y sus particularidades, que no son pocas, tendremos que hablar dentro de algún tiempo.

El ala oriental es otro cantar. Allí se trabaja sin descanso entre tomos sin orden, concierto ni fin, clasificándolos y transportándolos a las secciones de la otra mitad del edificio. La mayoría de leyendas de las que antes hablábamos se refieren a esta parte de la Gran Biblioteca, por ser la más misteriosa. En concreto, se suele decir de ella que nadie, salvo quizás algunos guardianes y el propio sumo bibliotecario, ha llegado a ver su final. Los más atrevidos afirman que tal final ni siquiera existe.

Hay otros lugares imperdibles dentro de la Gran Biblioteca: el mirador de poniente, sus torres, sus baños y escondrijos, una piscina que pudo ser una vez una bañera para dragones, la cocina de Flopy o el recóndito y atávico estudio en el que late con blanca pureza la luz que desprende una pluma muy especial… De algunos de estos sitios acabaremos escribiendo aquí alguna entrada, con el tiempo. Para conocer otros, tendréis que adentraros de lleno en “El lazo del Péndulo”.

IRANUR

Iranur en la Gran Biblioteca, por Mikel Díaz

«La orgullosa figura contemplaba en un silencio desafiante el avance atronador de la horda. Era tan negra que parecía absorber las pulsaciones de la noche»…

Si el entramado de intriga que encierra «El lazo del péndulo» fuera una vorágine, Iranur se hallaría en su centro mismo. Así se puede resumir la relevancia de este personaje que, no por nada, nació como avatar del escritor («Iranur» es un anagrama de «Unai» con un par de erres que el susodicho consideró eufónicas).

Sin duda es un individuo enigmático y taciturno, con un aura a menudo inquietante, especialmente si no se está familiarizado con ella. Desde su llegada a Arquión, un halo de secretismo rodeó su propósito allí. Dicho halo fue, para colmo, alimentado por el propio sumo bibliotecario, quien desde el principio pareció depositar en el recién llegado una confianza absoluta, algo que fue contemplado con recelo por no pocos en la ciudad e incluso dentro de la Gran Biblioteca.

Boceto de Iranur, por Mikel Díaz

Su pelo morado y sus iris ambarinos no resultan especialmente llamativos en la ciudad de las catedrales, pero suele disimularlos mediante distintos métodos cuando viaja por la Red, algo que sucede con bastante frecuencia desde que sirve a la Gran Biblioteca como su emisario. Además de esta función, extraoficialmente, realiza para Liam, durante algunos de sus viajes, ciertas tareas que este último considera de suma importancia…

Siempre viste con ropas oscuras, a veces con capa, a veces con gabardina. A él le gusta llamar «capardina» a su prenda mágica, aunque en el fondo reconoce que es un nombre tan absurdo como los que Maxwell pone a sus cachivaches. Normalmente lleva encima su reloj de bolsillo plateado (del que mucho se podría hablar) y va acompañado de su lobo Caronte.

Aunque siempre ha tenido un carácter taciturno, en algunas etapas de «El lazo del péndulo» su abatimiento es notable. Este estado de ánimo coincide en el tiempo con la aparición de unos accesos de tos recurrentes y violentos, los cuales tienden a remitir mejor cuando echa mano de un frasquito con un oscuro elixir preparado por Naoris. El principio curativo del elixir, así como el motivo de los desagradables ataques de Iranur, son uno de esos asuntos que quedan dentro del círculo reducido que forman quienes tienen un papel en la Gran Biblioteca. Incluso dentro de ese círculo, es casi un tema tabú.

Ah, por cierto. No le gusta nada que le llamen Iranur, así que no todos le conocen por ese nombre, que pocos se atreven a pronunciar en su presencia…

LIAM

«Chibi-retrato» de Líam, por Míkel Díaz

“Era como una contradicción en sí mismo. Su voz sonaba inocente y vivaz como la de un niño; pero a través de su mirada, al contemplarla con atención, parecían atisbarse los reflejos de eras remotas”.

Ya se ha dicho antes, pero no importa repetirse. La figura de Líam, como se conoce al sumo bibliotecario de manera informal, es casi tan enigmática como la propia Gran Biblioteca. De hecho, a pesar de ser uno de sus personajes más trascendentes, dentro de la novela tardaremos bastante en saber algo conciso sobre él y puede, de hecho, que nos llevemos alguna que otra sorpresa a la hora de hacerlo.

Ilustración de Líam, por Míkel Díaz

Por eso mismo, tampoco daremos aquí muchos detalles sobre él. De aspecto infantil y desenfadado, en sus ojos azules, sin embargo, se puede adivinar una sabiduría milenaria. Su imagen armoniza perfectamente con los contrastes de su personalidad, en ocasiones desenfadada, pueril y tan juguetona e informal como su flequillo rubio; en otras, por el contrario, insondable y hasta sombría. De lo que no cabe duda es de que, con su carisma, es capaz de conquistar a todo el mundo, a veces sin pretenderlo. 

Nadie recuerda que otra persona haya asumido el cargo de sumo bibliotecario antes que él; sin embargo, como sucede con todo lo relacionado con la Gran Biblioteca, hay rumores a la carta. Esto nos da indicios acerca su verdadera edad, aunque hay pocos que puedan presumir saber mucho más sobre este amigable y poderoso hechicero, a quien le suele preceder el suave siseo de su blanca túnica al arrastrarse sobre el suelo. Eniya, Zirzack, Lectyron, Maxwell o cierto recién llegado con quien parece compartir un misterioso vínculo del que nadie se atreve a hablar forman parte de ese selecto grupo, aunque quizás quien más podría decirnos sobre él es su guardián en jefe, Flopy. Desafortunadamente para nosotros, la lealtad de Flopy hacia su superior está fuera de toda duda, por lo que podemos ir olvidándonos de llamar a esa puerta para sonsacar información. Nosotros, por ahora, solo podemos añadir una cosa más sobre él: le encantan las pastas.

ENIYA

«Clack, clack, clack, clack…, chasquearon las piedras contra el suelo».

A pesar de sus rasgos delicados y su constitución menuda, nadie se lleva a engaño con lady Eniya Golcuras, pues ya a primera vista esta hechicera interdimensional desprende una autoridad incuestionable. Sus habilidades dentro su principal especialidad, fruto de años de riguroso estudio, la han convertido en una de las magas más importantes de la Red y, por supuesto, de Arquión. También destaca en el ámbito de la manipulación meteorológica y, más allá de la magia, es bien conocida por sus cargos de gran relevancia.

No hablamos solo de su papel como magna custodia de la Gran Biblioteca, que ya de por sí está a la altura de bien pocos. Eniya también ha sido gobernadora de la Ciudad de las Catedrales (cargo que ocupan solo cinco personas, una por cada distrito, y que está inmediatamente por debajo del cetro del monarca) y forma parte del Concilio de la Red.

«Eniya», por Mikel Díaz

Y, desde luego, no es alguien que se limite a asumir el típico papel de burócrata pasivo. Eniya nunca ha tenido reparos en dar su opinión, incluso cuando su vehemente y severa falta de tapujos ha redundado en disputas con las más altas esferas. Fue uno de estos últimos desencuentros el que hizo que dejara su cargo de gobernadora en Arquión y se alejara de la ciudad.

Sin embargo, a pesar de esto no ha dejado de recibir de manera constante peticiones de familias importantes que desean que sus vástagos sean los afortunados que se conviertan en discípulos de la insigne “Extinguellamas”, como también se la conoce por cierta hazaña (que no es preciso detallar aquí). A todas estas peticiones Eniya responde con un frío silencio, pues nunca ha entrado en sus planes relegarse a ser un escaparate para la falsa meritocracia de los poderosos y, desde luego, nadie sin más mérito que ser “el hijo de” aguantaría su instrucción más de cinco minutos. Tampoco es que estuviera interesada en buscar pupilo. Al menos, hasta hace poco… Pues el descubrimiento de un discípulo potencial va a cambiar totalmente sus planes y a desencadenar una serie de eventos que, entre otras cosas, pondrán en un buen aprieto a Iranur y al joven David, coprotagonistas de nuestra historia.

Son pocos los que conocen a Eniya lo suficiente para saber que detrás de su máscara adusta e imponente se esconde un fondo melancólico y, en ocasiones, inseguro. Entre estas personas cercanas se encuentra Iranur, si bien su relación entrambos no siempre ha sido la mejor. Tampoco se puede decir que este sea el único vínculo complicado y con vaivenes de la hechicera. Sir Yssel entra también en esta lista y, sin duda, el mismo Liam debería encabezarla…

Entre sus estrictas costumbres, por mencionar algo más banal, destaca un código de vestuario intachable, a menudo con preferencia por los tonos otoñales y siempre a juego con su pelo rubio y su tez pálida.

Eniya puede parecer una mera erudita, limitada al ámbito académico, pero su papel en algunas batallas ha sido determinante. Puede que, en “El lazo del péndulo”, tengáis la oportunidad de vivir alguna de ellas. Eso sí: no penséis que os encontráis ante la típica clase de hechicero frágil incapaz de durar medio asalto al más mínimo roce. O creedlo, si lo preferís. Pero tened por seguro que, en ese caso, el látigo dorado de «la Extinguellamas» os sacará a las malas de vuestro temerario error…

LECTYRON

«Azul, todo era azul. Azul oscuro, el color del miedo».

Ser elegido magno custodio implica mucha responsabilidad, pero también mucho prestigio, pues no es un cargo al alcance de cualquiera. El sumo bibliotecario tan solo escogió a tres de los mejores hechiceros de la Ciudad de las Catedrales para esta tarea y, aunque no está muy claro qué factores tuvo en cuenta al tomar esta decisión, lo cierto es que el trío compuesto por lady Eniya Golcuras, sir Zirzack Grinseld y lord Lectyron Lefonz ha probado en varias ocasiones su sinergia. Por si esto fuera poco, existen ciertos rumores, tan románticos como inquietantes, que hablan de una voluntad superior a la hora de asignar funciones: la voluntad de la propia Gran Biblioteca.

Lo que haya de lógico o cierto detrás de dichos rumores es algo que quizás solo Liam sabe. En cualquier caso, es indudable que han contribuido a acrecentar el halo de solemnidad en torno a los magnos custodios. Pero a Lectyron la fama es algo que tan solo le suscita indiferencia. Y es que, a su manera, él siempre ha tenido que vivir precedido de una reputación. Una reputación desagradablemente infausta que, no obstante, ha aprendido a capear con su característica ironía.

Con seguridad se puede decir que hablamos de uno de los psíquicos con mayor potencial de la red, aunque no es su única habilidad innata. De una de sus ramas familiares ha heredado la habilidad de controlar la electricidad. Y algo más.

«Lectyron», por Mikel Díaz

Su linaje, muy noble, se remonta a una antepasada que, muchos siglos atrás, sometió a una poderosa criatura de pura oscuridad. Pese a que los pueblos a los que salvó aún ensalzan la gloria de esta heroína, una maldición pesa sobre su estirpe desde entonces. Una maldición con forma de capa revestida de plumas de cuervo, que sólo sus miembros con mayor potencial pueden y deben portar. Estos elegidos, uno cada varias generaciones, son venerados y rehuidos al mismo tiempo. Lectyron es uno de ellos.

De baja estatura, tez morena y roncho ancho, sus ojos, de un color azul oscuro que evoca la noche más profunda, parecen a veces titilar con luz propia. Aunque suele cubrirse la cabeza con un sombrero de ala ancha adornado con una pluma de cuervo, su cabello negro también sorprende por sus reflejos índigos.

A pesar de su fama por separado, hoy por hoy, en Arquión, su nombre va inevitablemente ligado al de su compañero custodio, sir Zirzack. Este tándem es conocido por toda la red por sus aventuras y hazañas. Un dúo curioso, ya que sus personalidades son como el día y la noche. Sin embargo, eso no ha puesto trabas a su amistad; quizás incluso ha ayudado a afianzarla. No es que ninguno de ellos se lleve mal con lady Eniya; simplemente, la complicidad entre ellos dos está a otro nivel.

No es vanidoso, pero no se anda con rodeos a la hora de definirse como el más esquivo y ambivalente de sus compañeros. A decir verdad, puede que se lo piense dos veces antes de decirlo cerca de lady Eniya… pero no se puede negar que sus facultades de lectura y sondeo de mentes han resultado muy útiles en el pasado, y que sus habilidades en combate rozan lo artístico.

En “El lazo del péndulo” podremos verle en acción. De hecho, el acto primero de la saga, incluido en esta novela, narra una de las gestas más emblemáticas de los tres magnos custodios. Quién sabe si averiguaremos también algo más acerca de su capa. Esa capa de plumas de cuervo y con nombre propio. Un nombre prohibido…

ZIRZACK

Es alto, musculoso, de cabellos rubios, apuesto y valiente. Posee armas legendarias solamente dignas de los espíritus más nobles e íntegros y luce como nadie su armadura (un armazón verde de fabricación élfica con esmeraldas engastadas que a ojo parece pesar dos quintales. Carísimo, no lo busquéis en Aliexpress) ¿Qué de quién estamos hablando? ¡No, no es Pedro Sánchez! ¡Es tu caballero andante y cada día el de más gente! ¡Él es Sir Zirzack Grinseld, el héroe por antonomasia que haría las delicias de las musas y dejaría a Hércules por los suelos! (Vale, a lo mejor me estoy pasando, pero en la peli también se pasaban siete pueblos fumándose el canon. Por cierto, se recomienda leer esta entrada con «De cero a héroe» a todo volumen. Que no os importen los vecinos, la ocasión lo merece).

"Zirzack", por @frennim
«Zirzack», por Mikel Díaz.

Como no podía ser de otra forma, Zirzack completa el trío de magnos custodios de la Gran Biblioteca, aunque su mérito, si cabe, es mayor, al ser el único de los tres que carece de poderes y habilidades mágicas (aunque sí posee cierta aura hechiceril y su equipamiento es capaz de compensar esa “carencia” en combate).

¿Podría ser más perfecto? ¡Pues sí, chicas! Bueno realidad, no, porque la perfección es un estado absoluto que no admite grado comparativo, no se puede ser “más perfecto”… ¡Pero que le den a la profe de lengua, si hasta ella se tendría que cambiar de ropa interior después de estar delante de este macizorro aficionado al arte! ¡Sí, habéis oído bien! ¡Este pivón no solo es capaz de salvaros de villanos y dragones, también de llevaros de museos! (por la ruta de la playa, a lomos de un caballo blanco, melena al viento, sin camiseta y con un sol de poniente de fondo, POR SUPUESTO). No en vano se encarga de la sección de Artes y Recreación de la Gran Biblioteca.

Aunque, si queréis conquistar el corazón de nuestro adonis, no tengáis dudas de que el camino más rápido hasta él es un reloj. Y cuanto más complejo, delicado y bello sea su mecanismo, mejor (así que no me seáis tan cutres de agasajarle con uno digital, por favor; cuanto más analógico y vintage, mejor).

¿Qué más podemos decir de Zirzack? Bueno, como ya dijimos en entradas previas, su tándem aventurero con Lectyron es conocido por toda la Red. De su pasada relación con los elfos también se habla (y se elucubra) mucho. Su escudo, Corodrias, pudo serle entregado por una princesa elfa; su espada, Azshenne, por una diosa de Luz (de lo que convierte a estas armas en leyendas en sí mismas no hablaré para no spoilearos). Muchos son los rumores, y quizás la naturaleza modesta de Zirzack ha contribuido a acrecentarlos. Bueno, o no, porque es la leche, así que todo eso pudo haber pasado. ¡Qué narices! seguro que la diosa de la Luz también se tuvo que cambiar las bragas después de estar en su presencia.

Henry Cavill montando un ordenador. A Zirzack le gustan los relojes, que también son artilugios con mecanismo. No los monta, pero le gustan.
Obsérvense los brazacos. Bien podrían ser los de Zirzack. Es más, seguro que a Henry le queda bien el verde. De hecho, me apuesto una comida a que no le sienta mal ningún color. A ver, que me da igual que la excusa para subir la foto de Henry sea paupérrima. A todos nos da igual, ¿no? Pues eso

¡Si es que no tiene ninguna pega! Bueno, si se le puede sacar alguna, es que se le da fatal ligar. O, mejor dicho, darse cuenta de que están ligando con él. Pero ¿acaso no le hace eso más mono? (Que se lo digan al pobre Lectyron, que tiene mucho menos éxito que él aun esforzándose muchísimo más). Si es que…

En fin, poco cabe añadir. Zirzack no solo es irresistible, también es un solete. Desde aquí lanzo una petición (podéis apoyarla como mejor os parezca) para que, el día que el libro sea un exitazo mundial y hagan una serie adaptándolo, Henry Cavill sea considerado para el papel de este portento. ¡Es el único a la altura! ¡Además, tienen muchas cosas en común! Por poner un único ejemplo, Todo el mundo sabe que a Henry le encanta Warhammer... Pues bien: Zirzack es su propio Warhammer.